Hace algo más de un año, realizando
mi trabajo en Mozambique, tuve la gran oportunidad de coordinar un equipo
audiovisual durante el rodaje de un documental sobre los principales avances y dificultades en construir un sistema de salud para
todas y todos en un país cada día más desigual. En el guion incluíamos la “aventura”
de Hermelinda para llegar al Centro de Salud (CS) más cercano, donde se
sometería a una consulta prenatal, ya que estaba embarazada, según las estimaciones
de la matrona (ella desconocía su tiempo de gestación) de 20 semanas.
Hermelinda vive en la Aldea de
Hucula B, una pequeña localidad de la provincia de Cabo Delgado, en el norte del
país donde, tanto ella como sus vecinos, viven de la agricultura de
subsistencia así como del cultivo de algodón, el cual venden a precios irrisorios
a la empresa procesadora. De igual modo que desconocía su tiempo de gestación,
desconocía también su edad. Teniendo en cuenta que en aquel entonces era ya mamá
de cuatro hijos y que la edad de primer embarazo en su zona ronda los 14 años,
la matrona estimó que tendría unos 20.
Amaneciendo en Hucula B |
Ese día, aunque la familia ya había sido avisada de que la futura mamá sería acompañada al CS por la enfermera responsable la zona y el equipo de la ONG, al llegar a su casa, nos encontramos en una situación impensable para algunos, habitual para otros: (i) Hermelinda carecía del permiso de su marido para acudir a la revisión prenatal; (ii) El marido se encontraba esa semana en la casa de otra esposa, con lo que ella no podía comunicarse con él, a menos que hubiese una emergencia; (iii) Hermelinda no dispone de dinero ni de ningún otro recurso, si no es facilitado por su esposo; por tanto, tampoco de autonomía para decidir sobre su salud (vida en general) y la de sus hijos; (iv) Aunque se le pasase por la cabeza asistir a su consulta sin la “debida” autorización, no tendría con quien dejar a sus otros cuatro hijos, además de que sería acusada por la comunidad de desobedecer las reglas establecidas.
Hermelinda, su hermana, su bebé de 1 año y Bendita, su hija de 5 años, en su camino al CS |
Sin embargo, conscientes de la necesidad de que la joven realizase su consulta, así como de la oportunidad que representaba recorrer en coche los 20 km que normalmente caminaba para alcanzar el CS, se estableció un pequeño revuelo en la comunidad, hasta conseguir contactar con su marido y conseguir el deseado beneplácito.
Mozambique continúa presentando una de las tasas de mortalidad maternas más altas del África Subsahariana, 480 mujeres/100.000
nacidos vivos (España 4/100.000 nv).
La situación de Hermelinda no es,
ni mucho menos, excepcional. Es la de muchas mujeres que, en todo el mundo, se
enfrentan a barreras en el acceso a los servicios de salud, las cuales acaban costándoles
la vida. Según la OPS, la equidad
de género en salud significa que hombres y mujeres tengan la misma oportunidad de gozar
de las condiciones de vida y servicios que les permiten estar en buena salud,
sin enfermar, incapacitar o morir por causas que son injustas y evitables.
Hay que tener claro que la
equidad de género en salud no significa tasas iguales de mortalidad o
morbilidad para ambos sexos, sino asegurar que todos tengamos
una misma oportunidad para gozar de buena salud. Este concepto se relaciona,
por tanto, con las desigualdades que se consideran “innecesarias,
evitables y, además, injustas” y que se asocian a desventajas sistemáticas
en el plano socioeconómico.
Cuando recuerdo aquel día de noviembre en el que tuve la fortuna
de conocer a Hermelinda, a su hermana, a su bebé de un año y a Bendita, su pequeña hija mayor, de cinco años, me
imagino un mundo en el que Bendita no tenga que enfrentarse a las mismas barreras
que su mamá.
Un mundo en que esta pequeña alcanzará un nivel educativo y autonomía financiera que le permitirán decidir sobre su vida y la de su familia; en el que las políticas de salud de su gobierno eliminarán los obstáculos de acceso a los servicios y recursos de salud; y en el que, en definitiva, la distribución y acceso a los recursos disponibles será independiente del sexo y adaptada a las necesidades particulares de cada ser humano.
Un mundo en que esta pequeña alcanzará un nivel educativo y autonomía financiera que le permitirán decidir sobre su vida y la de su familia; en el que las políticas de salud de su gobierno eliminarán los obstáculos de acceso a los servicios y recursos de salud; y en el que, en definitiva, la distribución y acceso a los recursos disponibles será independiente del sexo y adaptada a las necesidades particulares de cada ser humano.
Por ese mundo y por la llegada de
ese día, es por el que tenemos el compromiso de seguir trabajando.
Begoña Hermida Val.
Una historia preciosa ilustrada con bellas imágenes, y un relato humano y ejemplar sobre la equidad de género en salud. Gracias por compartirlo. ¿Se puede ver ese documental? ¿O tienes más información sobre ese trabajo?
ResponderEliminarGracias Ángel por tu comentario. El documental sí se puede ver, está disponible on-line en este link http://www.medicusmundi.cat/es/documental_a_luta_continua. Si fuese de interés de la escuela, creo que se podría hablar con medicusmundi catalunya para organizar una proyección/ debate aquí en la Escuela. La verdad es que está teniendo mucha aceptación y despertando mucho interés allá donde se presenta este trabajo.
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